Charlas de Vinoteca (IX): Carles Sans

Un grande. En el escenario no habla, pero fuera de él basta con sacarle el tema de los vinos para que hable mucho y bien. Esta tercera ‘rueda’ del Tricicle, que con sus compañeros acaba de lanzar unas memorias enciclopédicas ‘Tricicle, de la Z a la A’, es un gourmet de pies a cabeza y un enamorado de los vinos. Aquí nos relata en primera persona su amor, eso sí, tardío, por la enología.
“Soy muy de vinos, siempre me han interesado muchísimo. Lo más curioso es que fui abstemio hasta bastante tarde. Empecé tras casarme: mi mujer me decía que cómo era posible que fuera capaz de acompañar con agua algunos platos muy elaborados. Pensé que quizá tenía razón, y comencé con un buen vino, y ese fue mi gran acierto. A partir de ahí me acostumbré a beber buen vino y fui educando el paladar, y me entró la afición de investigar. Ahora soy de los que compra publicaciones especializadas, de los que está pendiente de los puntos que da Robert Parker, de los que va a la tienda a dejarse aconsejar, de los que lee una reseña favorable y va a comprarlo…
En general los tres miembros de Tricicle (completan el trío Joan Gràcia y Paco Mir) somos muy aficionados a visitar bodegas, sobre todo cuando vamos a La Rioja o a la zona de Valladolid, o cuando estamos en Catalunya. Los bodegueros siempre nos hacen sentir muy bien porque son gente muy hospitalaria y se nota que aman su trabajo y lo viven.
¿Qué tipo de vino me gusta? Pues diría que depende de la época del año. Así, por ejemplo, en verano soy más de vino blanco porque, aunque hay blancos magníficos que merecen el gran respeto que se les da a los negros, me da la impresión de que si se te calienta mucho puedes ponerle un cubito y no pasa nada… Ah, también me gustaría apuntar un descubrimiento me ha sorprendido mucho recientemente: los vinos de godello, que eran imbebibles para mí hace unos años y creo que ahora se han afinado mucho; he descubierto algunos muy interesantes.
No soy mucho de rosados, y quizá sea injusto con ellos, porque los hay que están muy bien, como los de Navarra, pero siempre se han asociado al vino de los guiris… Pero he de admitir que un buen rosado puede ir muy bien con según qué tipo de platos.
Pero cuando hablo de grandes vinos pienso en los tintos. En Francia los hay espectaculares y en España en los últimos 20 años la evolución ha sido magnífica. No podría destacar una denominación de origen. ¿Qué digo? ¿Los de Catalunya? ¿Los de Toro? Es que me parecería injusto destacar una por encima de otras.
Otra cosa que me gusta de los vinos es que han aparecido bodegas atrevidas. Me gusta mucho este cambio en los nombres, y que ahora los vinos pasen de llamarse marqués de no sé qué y conde de no sé cuánto, a tener nombres y etiquetas inverosímiles. Eso es muy divertido”.
Gastronomistas