LIBROS, ROSAS, CENA…Y BURBUJAS.

“Una noche, el alma del vino danzaba en las botellas”

Baudelaire

El próximo veintitrés de abril celebramos una festividad local que, sin embargo, ha devenido en universal, transcendiendo a su origen y convirtiéndose en un símbolo global de comunión con lo mejor de la cultura y la naturaleza, donde libros y rosas protagonizan un trajín de buenos deseos y pruebas de amor que corren de mano en mano y de beso en beso.

Amantes imperecederos, ávidos lectores y paseantes, ahora abstraídos, ahora curiosos, pueblan las calles en un maridaje cultural al que hoy queremos sumarnos de la mano de Esplendor de Vardon Kennett, el primer espumoso de Bodegas Torres en su tierra de origen.

Pero, ¿cómo tratar a los espumosos en el maridaje?

Si bien es cierto que nos adentramos en el terreno de la subjetividad, sí existen ciertos conceptos y valores que conviene tener en cuenta para generar esos matices únicos que solo la sabia combinación entre elementos puede conseguir. A modo de recordatorio genérico:

  • El objetivo de todo maridaje debe ser un equilibrio de intensidades.
  • Ni sumar ni restar, sino contrastar o combinar la intensidad del sabor de la comida con la intensidad del sabor de los vinos.
  • Por norma general, el dulce busca al dulce y la acidez a la acidez.
  • Las comidas muy sabrosas, fuertes y especiadas como los sabores umami, huyen de los taninos, que sin embargo sí buscan las carnes fibrosas.
  • Emparejar a las comidas saladas con los vinos dulces realzará el sabor de ambos.
  • Del mismo modo, los vinos ácidos combinan con los platos grasos y de sensaciones ácidas.
  • Un exceso de alcohol puede arruinar el sabor de todos los platos.

Espumosos y el maridaje

La combinación resultante del binomio de sabores dulces-ácidos propia de los espumosos los convierte en la opción ideal para aperitivos, y además de inducir al apetito resulta muy agradable durante la comida.

Los espumosos suelen buscar en el mar a su compañero de festín. De este modo, mariscos en crudo o de poca cocción, pescados ahumados y arroces negros conforman un ideal de entendimiento gustativo.

También, los siempre difíciles ceviches, escabeches y ensaladas, abrazan con gusto la acidez, sequedad y untuosidad de los espumosos de calidad.

Por regla general, los espumosos miden su grado de complicidad con los alimentos en base a su carga de azúcar, de este modo:

  • Platos grasos: Brut Nature y Extra Brut
  • Platos ácidos: Brut y Extra Seco
  • Platos dulces: Semi Seco, Dulce, Rosado
  • Platos suaves y ligeros: Joven y Reserva
  • Platos fuertes/especiados: Gran Reserva

Aunque siempre existirán matices que dependen de lo complejo de la elaboración de cada elemento por separado que harán del arte del maridaje algo más complejo.


Esplendor de Vardon Kennett. Un cuvée excepcional

Como decíamos en el artículo de su presentación en sociedad, Esplendor de Vardon Kennett se construye desde lo femenino. Buscando la misma sutilidad y elegancia que dibujan sus burbujas. La excelente acidez sostiene al conjunto, manteniendo el frescor tras una larga crianza, fruto de un frío 2013, que ha requerido de una fermentación maloláctica completa para aportar untuosidad a la acidez.

En nariz, dominan las notas cítricas y la fruta fresca. Después, las notas de crianza sobre lías abren las puertas de la repostería de nuestro paladar, inundando los sentidos de notas que huelen a pan tostado y a brioche.

En boca es fresco, amplio y elegante. Su frescura y acidez hacen de Esplendor de Vardon Kennett el acompañante ideal para toda clase de citas gastronómicas.

Acudiendo a la cita de Baudelaire que abría el artículo, ningún otro tipo de vino sabe liberar y danzar mejor sobre su alma que un espumoso. Sólo necesita de toda nuestra atención para saber escucharlo, porque los vinos espumosos son los únicos que nos interpelan también por los oídos.


Salud y burbujas.

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