La alondra, la gran soprano de las viñas

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Por Jose Luis Gallego. Divulgador ambiental (@ecogallego)
 

Los caminos rurales que transitan entre campos y estepas acogen algunos de los trinos más bellos entre las aves. Y entre todos ellos destaca, por su potencia y variedad de trinos, el de la alondra: para muchos la gran soprano entre las aves canoras.

La variedad de sus melodías, emitidas incluso en vuelo, contrasta sin embargo con la sobriedad de su plumaje, en el que los tonos crípticos (arena, tostado, crema, arcilla) cumplen una función mimética. En campo abierto, sin una copa de árbol o un arbusto en el que hallar refugio, lo que conviene es pasar desapercibido a la mirada de las rapaces que, como el aguilucho y el milano, están entre sus principales predadores. 

De aspecto grande y rechoncho, las alas y el dorso de la alondra luce un plumaje de tono amarronado: entre terroso y marrón tostado, casi atigrado en el dorso. El pecho es blanco, rayado de plumas cremosas desde la garganta, y en la cabeza luce una pequeña cresta trasera, con rayas marrones, que suele erizar cuando se posa a contraviento en lo alto de los setos del camino. 

Alondra posada en una rama de una planta. 
Alondra posada en una rama de una planta. 

Esa cresta, que no siempre eriza, puede resultar un rasgo característico para diferenciarla del resto de aláudidos (así se llama el género al que pertenece) con los que comparte territorio, como la cogujada, la terrera, la totovía o la calandria. Cola de tamaño medio con las dos rectrices (las plumas de los extremos) de color blanco puro. Pico fino y corto. Ojos negros y pequeños. Mide 18 centímetros y pesa alrededor de 40 gramos.   

Poco amante de echarse a volar, cuando lo hace muestra unas alas cortas con las que no deja de aletear, describiendo una estela muy característica: ondulada y con paradas intermitentes en el aire que aprovecha para seguir emitiendo su canto, que como decía está considerado como uno de los más bellos de la naturaleza.

Recordemos que los pájaros no tienen cuerdas vocales sino siringe: un órgano flexible, parecido a un globo de plástico, que está situado en la base de la tráquea y que vibra al pasar el aire. Lo más curioso es que gracias a esa herramienta exclusiva de las aves algunas especies, como nuestra protagonista, pueden llegar a producir varios sonidos a la vez con un mismo golpe de aire, de ahí la belleza de su melodía.

Habitante común de parameras, campos de cultivo, prados y marismas, se alimenta de insectos, por lo que resulta muy beneficiosa para el agricultor al actuar como un controlador biológico de plagas. También come semillas de plantas silvestres y granos de cereal, por lo que suele pasar buena parte del día repicoteando el suelo, semioculta entre los rastrojos gracias a su críptico plumaje.

El periodo reproductor se alarga desde inicios de primavera hasta mediados de verano, y si las circunstancias son propicias puede llegar a realizar cuatro puestas de hasta media docena de huevos. Suele situar el nido directamente en el suelo, con poco aporte vegetal: algunas ramitas secas y plumas que recoge por los campos. En la mayoría de las ocasiones elige hacer el nido en mitad de los campos de cultivo, mostrando una predilección por los de cereal y los viñedos. 

Común y bien distribuida por los campos, los páramos y las zonas esteparias de la mitad norte peninsular, la alondra resulta menos abundante en el sur y sureste de la península, faltando en Canarias y Baleares.  

Respecto a su estado de conservación, esta especie, como el resto de las vinculadas al medio agrario, se halla en pleno retroceso debido a la intensificación y la extensión de los monocultivos de regadío, la industrialización de los sistemas y el abuso de los agroquímicos. Según los censos aportados por el programa de seguimiento de aves comunes reproductoras (SACRE) coordinado por SEO/Birdlife sus poblaciones muestran un declive del 35%, por lo que aparece como especie vulnerable en el Libro Rojo de las Aves de España. 

Las posibilidades de recuperación de la alondra pasan precisamente por recuperar las buenas prácticas agrícolas y promover la agricultura regenerativa. Un sistema de laborar la tierra basado en la convivencia de los cultivos con el medio natural, el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, la regeneración de la fertilidad de los suelos y el respeto a la biodiversidad. Solo de ese modo seguiremos disfrutando de la prodigiosa melodía que nos brinda esta discreta avecilla: la gran soprano de los campos.