La sorprendente recuperación del lince ibérico

Por Jose Luis Gallego. Divulgador ambiental (@ecogallego)
La península ibérica cuenta, entre las diferentes joyas vivas que componen su patrimonio natural, con el felino más amenazado del mundo: el lince ibérico (Lynx pardinus). Mucho menor que el lince europeo o boreal (Lynx lynx) y muy alejado de las formas y tamaños de los grandes felinos asiáticos, africanos y sudamericanos, nuestro lince es un carnívoro de tamaño mediano, mimético, perfectamente adaptado a la supervivencia en su entorno exclusivo: el bosque mediterráneo.
Ejemplar de lince ibérico en el campo.
Con el pelaje superior atigrado, de color crema y moteado de negro y las partes inferiores blancas, su silueta es inconfundible. En ella destaca su cabeza, grande, con un diseño facial enmarcado por las largas patillas y los pinceles de las orejas y unos bellísimos ojos de color verde claro que destacan aún más entre las ojeras blancas.
Su cola corta, acabada en un llamativo pincel negro, le acaba de conferir un porte esbelto, compacto y muy elegante. Mide sesenta centímetros de altura a la cruz (al hombro) y en torno a un metro de longitud (desde el hocico a la cola). Pesa alrededor de doce kilos y no suele vivir más de quince años, doce por lo general.
Su comportamiento, crepuscular, recatado y sigiloso, y lo escaso de sus poblaciones, localizadas básicamente en las dehesas y las áreas de matorral de la mitad sur peninsular, lo habían convertido en un animal raro y esquivo, muy difícil de ver. Sin embargo y por suerte todo eso está cambiando.
El uso indiscriminado de veneno en el campo, la caza furtiva, la disminución de las poblaciones de conejo, base de su dieta, debido al constante azote de las plagas y la fragmentación de sus hábitats silvestres por las infraestructuras viarias (el atropello se ha convertido en una de las principales causas de mortandad) hundieron las poblaciones de lince ibérico en España.
Sin embrago en los últimos años, gracias a la colaboración institucional, la financiación europea aportada por los diferentes Proyectos Life, el incansable trabajo de las organizaciones conservacionistas, la colaboración de los cazadores y de los agentes forestales y, muy especialmente, al interés ciudadano por salvar la especie, se ha logrado frenar su declive y promover su recuperación.
En los años ochenta del pasado siglo se desconocía con exactitud el estado de conservación del lince ibérico, cuya única área de distribución en todo el planeta se circunscribe a nuestra Península. Algunos censos cifraban su población en menos de medio millar. Sin embargo, a principios de los dos mil, los estudios científicos llevados a cabo para determinar su estado real de conservación hicieron saltar todas las alarmas a nivel internacional: en realidad quedaban menos de un centenar de linces ibéricos en el planeta: la especie más emblemática de la fauna ibérica estaba a un paso de la extinción.
A partir de ahí y, como señalaba, gracias a los esfuerzos llevados a cabo por parte de todos, se pudo invertir la situación y llegó la gran remontada. Hacia 2010 los censos se lograron equiparar a los de los años 80 alcanzando de nuevo el medio millar de ejemplares. Y hoy en día ya son más de millar y medio, incluso podrían llegar a cerca de los dos mil, los linces que corretean por sus antiguos territorios, recuperados gracias a los programas de cría en cautividad y reintroducción llevados a cabo tanto en España como en Portugal.
La situación se ha tornado tan favorable para la especie que una de las organizaciones que más ha velado por su recuperación y salvaguarda, WWF, acaba de presentar una propuesta para reclasificar el estatus de conservación del lince ibérico y sacarlo del listado de especies en declive para pasarlo al de especies en Estado de Conservación Favorable (ECF).
La propuesta llega después de que Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) rebajara en 2015 la categoría de amenaza de la especie, pasando de ‘En Peligro Crítico’ a ‘En Peligro’ y obedece a que, según WWF, la población de hembras podría superar en breve las 750, lo que afianzaría la sorprendente recuperación del lince ibérico y garantizaría la salvación de uno de los felinos más bellos del planeta.