EL VINO EN CASA

Verbalizar nuestros gustos, articular un discurso propio y reconocer e identificar aquellas botellas que nos harán felices. Saber encontrar ese rinconcito para que nuestros vinos descansen y/o envejezcan de manera correcta. Respetar y descubrir el potencial máximo del vino adquirido mediante un servicio adecuado.

Image
Degustando dos copas de vino tinto, delante del fuego, en casa

ESCOGER

La oferta es amplia. Entonces ¿en qué fijarse? ¿qué parámetros seguir si nos encontramos algo perdidos o surgen las dudas en el momento de elegir un vino? Ante todo, dejarse guiar. Buscar consejo. Como bien dice Jancis Robinson, “busca una tienda de confianza. Explícales lo que te gusta y déjate aconsejar, para ir entrando poco a poco en este mundo fascinante.” Del mismo modo, hoy existe una ingente cantidad de información disponible a nuestro alcance, además, las posibilidades de la tecnología permiten ponerse en contacto con elaboradores para adentrarse en la cultura del vino y resolver dudas.

Recordar aquella añada que nos fascinó; reconocer en una variedad todo aquello que amamos del vino; identificarnos con la expresión de una Denominación de Origen en particular. Así, variedad, añada y origen forman el corpus paradigmático de cualquier elección.

Image
Los cinco vinos de Antología Miguel Torres.

Es bien cierto y sabido que cuesta mucho hallar aquellas añadas míticas, pero la calidad de los vinos elaborados hoy y el amparo de las diferentes Denominaciones de Origen, garantizan calidad y disfrute. La apuesta multi origen de la Familia Torres supone una suerte de recorrido geográfico por lo mejor de nuestra tierra.

ALMACENAR

El momento de almacenar y conservar el vino en nuestros hogares persigue una dupla de objetivos, por un lado, mantenerlo en óptimas condiciones para su pronto servicio, o bien, crear un lugar donde acostar a nuestras botellas con más potencial evolutivo.

Ubicación, humedad y temperatura conforman la triada elemental para una óptima conservación de nuestros tesoros embotellados. Resulta obvio que no todos los hogares disponen de una bodega subterránea entre férreas paredes de piedra a modo de santuario. En este caso, lo ideal es buscar una habitación orientada al norte y convenientemente aislada del exterior. La ausencia de ventanas supone un plus.

Si atendemos a los factores de temperatura y humedad, lo ideal orbita sobre unos 12 grados sin oscilaciones y un elevado nivel de humedad cercano al 75%. Si bien, estas condiciones en un hogar estándar se convierten en una hazaña difícil. Bastará entonces, con encontrar un lugar que no supere los 20 grados durante el periodo estival.

DESCORCHAR

Llegado el momento del servicio, una temperatura adecuada del vino; una correcta manipulación de la botella durante el descorche y un correcto escanciado marcará la diferencia entre “echar” el vino y servirlo.

A modo de síntesis, en límite superior de temperatura para vinos tintos con crianza parcial o total oscila entre los 17 y los 19 grados. Del mismo modo el límite inferior lo determinará la naturaleza de los aromas, la carga de azúcar, y la estructura tánica del vino, si bien se considera que oscila entre los 4 y 6 grados (blancos y espumosos). Pero cada vino pedirá su temperatura adecuada, por ejemplo, un tinto joven, intenso y frutal, agradece una temperatura de servicio algo por debajo del límite superior. Asimismo, blancos y espumoso con cierta crianza buscarán por encima del límite inferior su umbral de servicio.

En el momento del descorche conviene no manipular la botella en exceso y mantenerla en posición vertical para evitar cualquier tipo de poso o sedimento no deseado. Es importante también que el descapsulado se realice de manera correcta para evitar precipitaciones del material de la cápsula. A continuación, se introduce el sacacorchos en el centro y mediante movimientos suaves se introduce hasta alcanzar el tope del tirabuzón. Y recordemos que se mueve la mano y nunca la botella.

Image
Jamón ibérico y arroz seco de pollo de payés con butifarra acompañado por el vino tinto Perpetual (DOQ Priorat).

Otras consideraciones interesantes sobre el servicio que garantizan un óptimo disfrute estriban en pequeños detalles que convierten nuestro amor común en una experiencia más placentera: mientras se manipula la botella es interesante dejar la etiqueta a la vista; el vino es conveniente servirlo antes que los platos a los que acompañan; un tercio de la copa es suficiente cada vez que el vino sea servido; la lágrima propia tras el escancie debe limpiarse con una servilleta entre cada servicio.

Pueden parecer medidas accesorias o en demasía protocolarias, pero suponen un extra de respeto y amor por el vino y los comensales de la mesa.