Cultivar la tierra cuidando la naturaleza

Desde su origen, el desarrollo de la actividad agrícola ha consistido en la modificación de los ecosistemas silvestres para la obtención de alimentos y productos destinados al consumo humano. Una actividad que, para que sea sostenible y perdurable, debe procurar el equilibrio entre el aprovechamiento agrícola del suelo, el consumo de los recursos que nos brinda el entorno y el respeto a la naturaleza y la biodiversidad que alberga.
Como destaca la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en su informe “Construyendo una visión común para la agricultura y alimentación sostenibles”, conservar la naturaleza y proteger su biodiversidad es la mejor estrategia que podemos llevar a cabo para garantizarnos el acceso a los recursos naturales de los que depende la agricultura.
Por eso la prioridad del agricultor responsable debe ser garantizar el mantenimiento y mejora de los ecosistemas silvestres, reconociendo en la naturaleza a su mejor aliado en lugar de verla como un feroz competidor por los recursos.
Los ejemplos de los múltiples servicios que los ecosistemas naturales brindan a la agricultura son incontables, empezando por su irremplazable papel en la prevención y mitigación de los negativos efectos de la crisis climática. Y a todo ello quiere contribuir el concepto de agricultura regenerativa.
De lo que se trata es de desarrollar la actividad agrícola desde una visión holística, en unión con la naturaleza, donde la barrera entre los ecosistemas silvestres y de cultivo queda difuminada en beneficio de ambos.
De lo que se trata es de aprovechar las posibilidades de simbiosis entre los campos y los hábitats silvestres para promover la capacidad de regeneración natural que tienen los suelos, mantener y poner a disposición del agricultor los nutrientes, favorecer la adaptación al clima, reducir el consumo de agua y eludir el uso de plaguicidas gracias a la cooperación biológica.
En línea con esta visión integral de la naturaleza y la viña, y siguiendo el lema de la casa, «Cuanto más cuidamos la tierra, mejor vino conseguimos», Familia Torres va a aplicar el modelo de agricultura regenerativa de manera progresiva en todos sus viñedos ecológicos, contribuyendo así a su firme compromiso de reducir la huella de carbono de sus actividades en un 55% en 2030 y tener un impacto positivo en el clima (Climate Positive) a partir de 2050.

La agricultura regenerativa propone un cambio de paradigma basado en el cultivo de la tierra desde el respeto a la naturaleza, y en el caso de la vid eso se traduce en un aumento de su capacidad de resiliencia a los efectos adversos del calentamiento global, lo que puede dar lugar a una mejora de la producción y a unos vinos de mejor calidad.
Con la viticultura regenerativa se estrechan los lazos entre la viña y la biodiversidad que acoge, mejorando la carga de materia orgánica de forma natural y potenciando a la vez la demostrada capacidad los viñedos para actuar como sumideros de carbono, compensando las emisiones de gases con efecto invernadero que están provocando la crisis climática.