Comadreja, la pequeña cazadora de los campos

comadreja clean

Jose Luis Gallego. Divulgador ambiental (@ecogallego)


La primera vez que pude ver una comadreja en la naturaleza quedé totalmente sorprendido por su tamaño. Sabía que pertenecía al género de los mustélidos, al que pertenecen el tejón, la garduña o la nutria, entre otros, y conocía sus grandes dotes como cazadora. Por eso me pasmó que midiera apenas un palmo de largo y fuera tan delgada. Y es que este prodigioso y temible cazador de nuestros campos es en realidad el menor de los mustélidos y el carnívoro más pequeño de la fauna ibérica. 

La comadreja (Mustela nivalis) tiene un cuerpo muy esbelto: alargado y estrecho. Las patas son muy cortas y la cola es delgada y no demasiado larga: apenas una cuarta parte del cuerpo. Las partes superiores de su pelaje son de un color castaño vivo, en contraste con las zonas inferiores, que son de color blanco puro. La cola no tiene ninguna coloración en la punta.

 

Ejemplar de comadreja en una rama de un árbol.
Ejemplar de comadreja en una rama de un árbol. 

 

Cabeza aplanada, hocicuda y extraordinariamente pequeña: algo que llama especialmente la atención al verla. El rostro es muy angosto, con unos ojos pequeños de color negro, el hocico muy minúsculo y las orejas cortas y redondeadas: algo que podría dar a entender que nuestra protagonista tiene un oído muy pobre, cuando en realidad es exactamente lo contrario.

Otro de los rasgos que llaman la atención de la comadreja al sorprenderla en el campo, algo relativamente habitual pues se trata de una especie muy común y ubicua, es su asombroso descaro. Siempre que he tenido ocasión de verla se ha mostrado muy confiada y curiosa, sin dejarse intimidar por mi presencia: hasta el punto de creer que era yo quien estaba siendo observado por ella. 

 

Comadreja en medio del campo.
Comadreja en medio del campo. 

 

Uno de los encuentros más sorprendentes lo tuve en una viña situada a las afueras de un pueblo de Navarra. Al poco de dejar atrás las calles y tomar un camino bordeado por un muro de piedra seca, escuché unos gruñidos muy agudos acompañados de pequeños bufidos. Al saltar la barrera para ver quién emitía esos gritos, descubrí que quien chillaba era una pareja de comadrejas que daba vueltas sobre sí mismas en ardoroso combate, como una bola de pelo.

Su estado de excitación era tal que llegaron a toparse contra mis botas, momento en el que, sorprendidas por mi presencia, se separaron para huir en dirección contraria: una se introdujo de un salto en una oquedad del muro de piedras y otra desapareció bajo unas zarzas. Al instante, la que había escondido en el muro asomó de nuevo la cabeza para ver si su contendiente seguía allí, sin llegar a dirigirme la mirada.   

En condiciones normales la comadreja permanece en constante actitud de vigilancia: a menudo erguida sobre sus cuartos traseros y oteando el horizonte para detectar cualquier tipo de presa o detectar a un posible enemigo. Extraordinariamente voraz, su dieta básica la forman musarañas y ratones, que captura incluso en el interior de sus madrigueras aprovechándose para ello de su ligero tamaño. 

Ágil trepadora, tampoco duda en subirse a los árboles para cazar pájaros dormidos o alimentarse de los huevos de sus nidos. Pero también puede capturar presas mucho mayores que ella, como conejos y liebres, a los que caza subiéndose literalmente a su lomo para morderles en la nuca y provocarles la muerte por shock. De igual modo no duda en plantar cara a sus predadores naturales, desde garduñas y gatos monteses hasta zorros, propinándoles graves heridas con sus afilados dientes, por lo que pocos se atreven a molestarla.    

 

Ejemplar de comadreja en el tronco de un árbol.
Ejemplar de comadreja en el tronco de un árbol.

 

Muy activa durante el día, también le gusta salir de batida por la noche, convirtiéndose en una de las principales cazadoras del campo. En todo caso la comadreja no constituye ninguna amenaza para las gentes que habitan en el medio rural. Muy al contrario, es uno de los mayores controladores naturales de las plagas de topos y topillos que amenazan las cosechas, y resulta además el peor enemigo de la rata común, por lo que es muy beneficiosa para todos. 

Una de las mejores pistas para detectar la presencia de la comadreja en el campo es identificar sus característicos excrementos: largos y delgados, negros y muy retorcidos, con abundancia de pelo y restos óseos y que suele situar en puntos muy visibles del camino para marcar así territorio.

La comadreja se distribuye por toda la península y las Islas Baleares, pero falta en Canarias. Mide 30 cm y pesa entre 60 y 150 g, los machos son mucho mayores que las hembras, pudiendo llegar a doblarlas en peso y tamaño.