Adaptación al cambio climático
La vitis vinifera es una planta extremadamente sensible a los cambios de temperatura. El aumento de un grado del que hemos sido testigos en el Penedès en los últimos 40 años, ha provocado que la vendimia se lleve a cabo, aproximadamente, diez días antes que hace dos décadas.
Del mismo modo, en la Conca de Barberà, se ha constatado que en los últimos 25 años la vendimia de la variedad Macabeo se ha adelantado 25 días…
Son solo dos ejemplos de como un aumento de un 1º en las temperaturas en los últimos 40 años ha bastado para situar a la agricultura en general y a la viticultura en particular, ante un nuevo escenario.
Las predicciones para el s.XXI dibujan un panorama sombrío: Se estima un incremento de la temperatura de 4 a 5 grados para el 2100, según los expertos. En España, especialmente en el arco Mediterráneo, las previsiones son peores. Al aumento de las temperaturas se suma la previsión de un acusado descenso de lluvias, particularmente nocivo en un país con un inherente déficit hídrico.
EL PUNTO DE NO RETORNO…
Posiblemente, después de la voraz plaga de Filoxera que a punto estuvo de borrar del mapa la vid en toda Europa a finales del s.XIX, las consecuencias del cambio climático suponen el reto más desafiante al que se ha tenido que enfrentar la viticultura moderna.
Como sucedió en siglo XIX nos encontramos ante un punto de no retorno que cambiará el panorama de la viticultura tal y como lo conocemos hoy. De hecho, creemos que el mapa de denominaciones de origen cambiará totalmente en Europa.
La plaga de la filoxera supuso una revolución en la cultura del vino. Al efecto devastador en el mapa europeo de variedades, en la fisiología de la propia planta y los métodos de cultivo y plantación de la vid, se sumaron tremendas consecuencias económicas que acabaron modelando una nueva industria vitícola: Campesinos y viticultores, arruinados, tuvieron que dejar atrás sus campos en zonas altas y trasladarse a llanuras más fértiles para cultivar variedades más productivas buscando siempre un mayor rendimiento. De este modo, la calidad de los viejos pagos pre-filoxéricos se vio diezmada por esta nueva “viticultura de urgencia”.
Pero la misma plaga propició también una revolución tecnológica y científica en la viticultura y la enología. La necesidad agudizó el ingenio y para hacer frente a la amenaza de la filoxera se idearon nuevas técnicas de cultivo(1) que supusieron un avance enormemente significativo. Supimos adaptarnos. Como vemos, para bien y para mal, nada volvió a ser igual.
(1)Portainjerto: Pronto se detectó que las cepas americanas eran resistentes a la plaga. De modo que, injertando la planta de la variedad a cultivar en un pie americano se evita la infección de la cepa. Esta técnica sigue vigente.
No vamos a especular con lo que podría suceder durante el próximo siglo, ni pretende ser este artículo un sesudo ensayo científico que perfile dogma alguno, pero sí que pretende exponer con el máximo rigor y simplicidad, lo que ya está sucediendo en la tierra y las consecuencias del cambio climático para la vid.
LAS CAUSAS
Pero, ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Además de causas naturales, caprichosos episodios esporádicos que puntualmente pueden incidir en alteraciones climáticas, las causas antropogénicas -(generadas por la actividad humana)- como la sobreexplotación de combustibles fósiles, dibujan un aura de culpabilidad que pende sobre nuestras cabezas.
Las emisiones de CO2 han aumentado exponencialmente en los últimos 40 años, prueba irrefutable de ello es que se ha demostrado que los niveles de CO2, la deforestación y los niveles de temperatura han variado de manera simultánea.
LA VIÑA Y EL CLIMA HOY: LOS EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO
El aumento de las temperaturas afecta a los aspectos fenológicos de la viña y especialmente a los procesos de maduración. Variedades como la garnacha, que alcanzaba su grado de maduración óptimo a finales de septiembre, muestra ya a finales de agosto una altísima concentración de azucares, equivalente a una graduación de 14-15Cº…
¿Cómo afectan estos cambios al vino?
Las bayas alcanzan una elevada concentración de azúcar mucho antes, sin embargo, las pieles y las semillas maduran más lentamente por lo que podemos encontrar vinos desequilibrados, con un aumento significativo del grado de alcohol y a la vez con un tanino verde, poco maduro, lo que afecta decisivamente a la calidad del vino.
Las altas temperaturas provocan que el PH de la uva también aumente, lo que significa que disminuye la acidez, acelerando de esta manera el envejecimiento de los vinos con los problemas de conservación que esto acarrea.
Resumiendo:
· Aumento del grado de alcohol
· Disminución de la acidez, fragilidad de los vinos
· Envejecimiento acelerado
¿Significa que ahora los vinos son de peor calidad que hace 40 años? Todo lo contrario. Si bien las medidas correctivas en las bodegas y adaptativas en la viña son en muchas ocasiones necesarias, el avance científico y tecnológico en la viticultura y la enología nos garantizan un resultado final de una calidad como nunca antes habíamos conocido.
DE LA REACCIÓN A LA PREVENCIÓN
¿Cuál es la solución ante estos cambios? Mejor prevenir que corregir. La clave radica, entre otras cosas, en el necesario aumento de la inversión en I+ D+ i que debe ser asumido y entendido por las bodegas como una condición inherente a su modelo productivo. Una inversión ineludible para adaptarse a esta nueva realidad climática.
Por otro lado, una gestión ética de la tierra y respetuosa con el entorno ya no es una opción. De ella dependen, no solo rendimientos y productividad, sino la supervivencia del sector tal y como hoy lo conocemos.
Hoy son muchas las bodegas que llevan a cabo acciones para adaptarse a las nuevas reglas del juego, aunque con mayor o menor convicción, huelga decir. Y es que, al fin y al cabo, a día de hoy la viticultura sostenible es, como dice Marimar Torres “un acto de fe”.
No hay lugar para objetivos cortoplacistas. Y es que el nuevo modelo de viticultura solo admite una mirada a largo plazo, donde ciencia, inmensas dosis de trabajo y paciencia deben alimentar algo, que a menudo y por momentos, parece convertirse en una nueve corriente filosófica ante la ausencia de resultados inmediatos.
MEDIDAS DE ADAPTACIÓN
La viticultura se deberá adaptar a las nuevas circunstancias climáticas, desplazando las viñas hacia el Norte, buscando altitud y temperatura más frías. Nos explica Miguel A. Torres, y añade:
En Torres, lo hemos estado haciendo los últimos 20 años en toda Cataluña. Como en el Pre Pirineo, donde hemos adquirido terrenos a 1200m de altitud. Hoy, todavía no es posible el cultivo de la vid, pero estamos convencidos que en el futuro este marco será una gran oportunidad para determinadas variedades de uva.
También podríamos sustituir algunas variedades por otras. En algunas zonas podríamos introducir monastrell en lugar de tempranillo y tempranillo en lugar de Pinot Noir, e incluso plantar variedades antiguas recuperadas.
En los experimentos que hemos estado haciendo durante las últimas tres décadas para recuperar viñas catalanas pre filoxéricas hemos descubierto que algunas de ellas, además de tener un gran potencial enológico, pueden resistir mejor la sequía y las altas temperaturas.
“Cuanto más cuidamos la tierra mejor vino conseguimos”
Este es el axioma que orbita sobre todas acciones de Bodegas Torres adscritas al programa Torres & Earth. La continuación de una serie de proyectos iniciados hace más de 20 años, que tienen como finalidad alcanzar un modelo productivo sostenible, mediante una gestión responsable del consumo energético y de nuestros recursos hídricos, así como el cuidado de nuestro entorno natural y su biodiversidad.
Wineries for Climate Protection
Pero no estamos solo en esta lucha. Torres forma parte de un grupo de bodegas que aúnan esfuerzos para regular y consensuar políticas preventivas ante los efectos del cambio climático en la vid. WFCP es un movimiento iniciado en 2011 por el sector vitivinícola español que tiene como horizonte la protección del clima y del viñedo, mediante un desarrollo sostenible que no comprometa los recursos y las condiciones de vida humana.
Esta iniciativa se materializó en junio de 2011 bajo la "Declaración de Barcelona", un decálogo de compromisos que asumen de manera voluntaria las bodegas firmantes. En la declaración se insta a la Federación Española del Vino y a la Organización Internacional de la Viña y el Vino a que establezcan un protocolo de acciones que deben realizar las bodegas, y a que desarrollen los oportunos sistemas de tutela que garanticen el cumplimiento de los compromisos adquiridos con la firma de este manifiesto.
http://www.wineriesforclimateprotection.com/
UNA VUELTA A LOS ORÍGENES O LA CUADRATURA DEL CÍRCULO.
Si tras el paso de la filoxera los viticultores se tuvieron que adaptar a un nuevo escenario y abandonaron las zonas altas en busca de tierra más fértil, las consecuencias del cambio climático obligan a los viticultores de hoy a emprender el camino contrario pero con el mismo fin: Adaptarse.
Una vuelta a una viticultura justa y equilibrada, donde la tierra y el hombre convivan en armonía, donde los avances técnicos de hoy nos permitan trabajar nuestros viñedos con la mirada puesta en un futuro esperanzador. Es nuestro deber, para con la tierra y aquellos que la trabajarán tras nosotros, iniciar este debate. Un debate necesario y urgente.
Fuentes y Links de interés:
http://www.wineriesforclimateprotection.com/
http://www.oiv.int/oiv/cms/index?lang=es
“El Vina y el Clima: Una relación amenazada”: http://www.youtube.com/watch?v=U6oAFYc73T4
Diccionario Salvat del Vino, Mauricio Wiesenthal. Ed. Salvat